Hace algunos ayeres, cuando estaba por decidirme qué estudiar como profesión para valerme por mi mismo en la vida, me encontré con la disyuntiva de que la escuela que me interesaba tenía sólo tres carreras a escoger: Alimentos y Bebidas (otro nombre para Hotelería y Gastronomía), Máquinas Herramienta e Informática. A decir verdad, en aquél entonces mi propósito de estudiar era una mera válvula de escape, ya que sabía que jamás duraría de obrero en una fábrica si no tenía un título y pues tampoco era de que me gustara estar en casa sin hacer nada... Al menos no después de dos años jejeje.
Y pues como era de esperarse, no me pude decidir ese día. Me regresé a mi casa con el dinero de la ficha de solicitud para examen en la bolsa y estuve pensándolo por un par de días más. Claro que también necesitaba relajar mis ideas y el 60% de ese tiempo lo usé viendo televisión. Y fue ahí, sentado en el sillón, viendo Toy Story que me di cuenta de lo que quería: Una carrera que me diera de comer mientras estuviera sentado frente a una pantalla. Arquímedes no pudo haberse sentido mejor que yo después de descubrir el principio de la flotación de los cuerpos. Cuando recuerdo el júbilo de aquella epifanía, el sabor a triunfo, la satisfacción de por fin haber decidido darle un curso estable a mi vida, me digo a mi mismo:
¡¡¡PENDEJO!!! ¡¡¡SI TAN SÓLO HUBIERAS DECIDIDO ESO ANTES Y NO UN DÍA DESPUÉS DE QUE SE ACABARON LAS FICHAS PARA INFORMÁTICA!!!
Así es, valió madres porque al día siguiente que fui muy chingón a sacar mi ficha me dijo la ñora de la ventanilla que pus, ya no había. Que si quería una para alimentos o para máquinas herramienta. Y ps como estaba deteniendo la fila ps tuve que decidir en 10 segundos lo que me hubiera tomado otros dos días frente a la tele. Pinche ley de Murphy cómo la odio.
Y así fue como me vi dos semanas después de haber pasado el examen en mi primer clase de Comunicación Educativa estudiando para una carrera que, si bien no era mucho de mi agrado, es bien pagada. Pero ps pudieron más mis principios y no pasé de tercer semestre. Y ps aunque con lo que aprendí me podrían haber contratado en algún taller de soldadura y pailería, sabía que eso no era lo que la providencia me había predicho. Así que empecé a frecuentar la escuela nuevamente de camino al trabajo hasta que vi el letrero que decía "Entrega de fichas".
La siguiente cuestión era cómo diablos escaparme de mi trabajo para:
1.- Comprar la ficha
2.- Hacer el examen
3.- Ir por los resultados
4.- Inscribirme
Y por segunda vez, las cosas se dieron por sí solas. El jefe me llamó días antes de la entrega de fichas y me dijo que cambiara de horario con un wey nuevo. Así que pasé de entrar a las 10am a las 12pm. A huevo, ya podía tener la mitad de la mañana para hacer todo ese desmadre. Pero de nuevo la bendita puta ley de Murphy: El día límite de pago era 24 horas antes de la quincena...
Nunca como entonces tuve presente que siempre es bueno hacerse de buenas relaciones con algún tipo de autoridad. Por ese tiempo yo trabé amistad con la señora de servicios escolares y casualmente el día que me dieron la noticia de la fecha de pago me la encontré y me preguntó que si pensaba inscribirme de nuevo y le contesté con mi mejor cara de desolación "Yo creo que no, me pagan un día después de la fecha límite".
10 minutos después ya tenía un recibo con fecha de pago del día 15 jejeje.
El día del examen, lo programaron para las 9am con una duración de 3 horas. Pues ahí estaba bien puntual (cosa rara en mi) y por tercera vez la pinche ley volvió a atacar. Recorrieron la hora del examen a las 10am. Tomando en cuenta que me tardaba una hora en llegar al trabajo, me di cuenta que el examen para mi iba a ser sólo de 10 a 11. Neta que pocas veces me he emputado tanto. Pero ni pedo, me chingué a hacer el examen en 60 minutos y para mi sorpresa... ¡¡Pasé!!
Lo chido es que como ya había hecho el examen una vez ahí y el día de los resultados me encuentro con que tuve el mayor número de aciertos de todos los aspirantes. Digo, vergüenza sería que hubiera reprobado, no?
En fin, que después de unos cuantos años más de chingarme los sesos (y las nalgas...) aquí me tienen. Sentadote frente a una pantalla, tal y como lo deseé hace tiempo. No cabe duda que cuando uno se propone algo...
Se chinga por la ley de Murphy nomás pa ver qué aguante tienes
Me largo...
jueves, 26 de marzo de 2009
martes, 24 de marzo de 2009
Lo que en realidad debió ser la tabla de alimentos
Como el título lo dice, hay cosas que siempre formarán parte de nuestra canasta básica sin importar cuánto se quiebren la cabeza los nutriólogos. Y en un esfuerzo neuronal, me puse a recordar aquellos suculentos manjares que nunca pasarán de moda ni dejarán de conseguirse (a menos que los descontinúen por contener clembuterol o cosas así).
Productos Lácteos:
- Sevillanas (esas obleas rellenas de cajeta que no puedes parar de comer hasta que necesitas una inyección de insulina)
- Leche Nido. La neta sabe bien chingón, yo no sé por qué es exclusiva de los escuincles
- Eskimos
Carne:
- Obvio, la carne humana es la mejor jejeje
Pescado:
- ¿Cuenta si nomás huele a pescado? Porque neta que eso sí es indispensable
Huevo:
- Kinder sorpresa
- Huevitos de chocolate confitados
- Almendras cubiertas con chocolate, al cabo que la forma de huevo ya la tienen
Aves:
- Gansito
- Pingüinos
- Palomitas
- Pascual (un refresco local que tiene la imagen pirata del pato Donald)
Frutas y verduras:
- Manzanas con caramelo
- Cocteles de frutas (obvio con chantilli, granola, chispas de chocolate, pasas, miel y cualquier cosa que se pueda sostener encima de la crema)
- Raspados de limón, grosella y tamarindo
- Paletas de hielo de sabores similares a lo arriba mencionado
- Garbanza cocida o asada
Leguminosas:
- Cacahuates japoneses, enchilados, garapiñados, tostados y si es botana surtida mejor
Cereales:
- Ninguna opción es mejor que las zucaritas
Grasas:
- Aquí hay una excepción, como se trata de una alimentación balanceada, la grasa la usaremos de preferencia para las puertas que rechinan, para la cadena de la bici y para bolear los zapatos
Bebidas:
- Al gusto, pero si tienen alcohol, es mejor. El agua es para las plantas y para bañarnos después de una borrachera.
Y pues bien, si alguien tiene información que complemente esta nueva tabla alimenticia, su comentario será bienvenido
Me largo.
Productos Lácteos:
- Sevillanas (esas obleas rellenas de cajeta que no puedes parar de comer hasta que necesitas una inyección de insulina)
- Leche Nido. La neta sabe bien chingón, yo no sé por qué es exclusiva de los escuincles
- Eskimos
Carne:
- Obvio, la carne humana es la mejor jejeje
Pescado:
- ¿Cuenta si nomás huele a pescado? Porque neta que eso sí es indispensable
Huevo:
- Kinder sorpresa
- Huevitos de chocolate confitados
- Almendras cubiertas con chocolate, al cabo que la forma de huevo ya la tienen
Aves:
- Gansito
- Pingüinos
- Palomitas
- Pascual (un refresco local que tiene la imagen pirata del pato Donald)
Frutas y verduras:
- Manzanas con caramelo
- Cocteles de frutas (obvio con chantilli, granola, chispas de chocolate, pasas, miel y cualquier cosa que se pueda sostener encima de la crema)
- Raspados de limón, grosella y tamarindo
- Paletas de hielo de sabores similares a lo arriba mencionado
- Garbanza cocida o asada
Leguminosas:
- Cacahuates japoneses, enchilados, garapiñados, tostados y si es botana surtida mejor
Cereales:
- Ninguna opción es mejor que las zucaritas
Grasas:
- Aquí hay una excepción, como se trata de una alimentación balanceada, la grasa la usaremos de preferencia para las puertas que rechinan, para la cadena de la bici y para bolear los zapatos
Bebidas:
- Al gusto, pero si tienen alcohol, es mejor. El agua es para las plantas y para bañarnos después de una borrachera.
Y pues bien, si alguien tiene información que complemente esta nueva tabla alimenticia, su comentario será bienvenido
Me largo.
sábado, 14 de marzo de 2009
Juego de Máscaras
Hoy andaba caminando por la calle y como no traía el mp3 (que en realidad es un mp4, pero lo uso para pura música) tuve chance de reflexionar sobre un tema que ya hace tiempo me venía merodeando la cabeza... No, no son los piojos.
Supongamos que cierta persona, hombre o mujer, anda en busca de su media naranja. Qué bonito, sale a fiestas, se ofrece para ir al super, sube sus fotos más sepsis al metroflog, fotolog y demás "ogs". En fin, que da inicio a una campaña proselitista que ya quisieran los partidos políticos para recuperar su credibilidad. Se descuelga por todos los lugares donde transiten posibles presas, digo prospectos.
Y bueno, ya sabemos lo que suelen poner para describir sus fotos: que son alegres, buena onda, romántic@s, sincer@s y demás cualidades que casi casi parecen haberles insertado genéticamente como parte de un experimento militar para crear a la pareja perfecta.
Pero yo me pregunto:
¿Y en qué momento empiezan a hablar de sus defectos?
Obvia y comúnmente nadie pone en su anuncio o página personal que no se corta las uñas de los pies, que deja los calzones en la llave de la regadera, que come con la boca abierta, que le cagan los niños, que aunque sólo unos pocos lo admiten, la mayoría busca sexo aunque para eso tengan que hablarle de amor a medio ciber mundo. Y pues uno entiende que en pro del buen progreso de una relación en potencia se quiere mostrar la mejor cara, la mejor actitud y las mejores costumbres. Se beben la sopa en silencio pero por dentro se mueren por aventar a la chingada la cuchara y empinarse el plato al más puro y refinado estilo pozolero. O a ver, díganme que me equivoco si no han conocido a alguien (o ustedes mismos incluso) que haya reprimido su deseo de tirarse un monumental, sabroso y liberador pedo en la sala de una casa ajena. Hay quienes hacen de las flatulencias su sello distintivo, su modo de hacerse notar y aún así prefieren un ataque de cólicos de dos horas antes que perder el control de la situación mientras dice "Señor, con todo el respeto que usted me merece, quisiera pedirle permiso de invitar a salir a su hija" ¿Notan ustedes el mensaje entre líneas? "Me quiero coger a su hija pero antes quiero asegurarme de que no la va a hacer de pedo porque antes le pedí permiso".
Aquí es donde surge la segunda pregunta:
¿No sería mejor llevarse una mala primer impresión de la gente que conocemos?
Ok, ya sé que suena muy extremista pero hay que pensar en todos los hipócritas, pervertidos, violadores, psicópatas, celosos enfermizos, manipuladores, gays en busca de recuperar su hombría o incluso fresones hijitos de mami que buscan acostarse con el mayor número posible de mujeres porque pueden hacerlo. No por nada se inventó el dicho "Caras vemos, perversiones no sabemos".
Hace unos días La Rebelde me comentaba (¿Pensaban que no existía de verdad? ¡Sorpresa!) de cierto tipo que se le acercó a ella con la "sana intención de trabar amistad". Y aunque por todos los poros le destilaban las ganas de tirársela, le lanzó el rollo del hombre de buenos sentimientos sin una pizca de malicia y que sólo se conformaba con un besito porque eso era algo súper dúper lindísimo, no así en el caso del mundano y asqueroso sexo sin compromiso.
Naturalmente a ella le caga la gente así, pero hay quienes piden a gritos que les mientan con tal de sentir la satisfacción de que en realidad se las están aflojando al hombre de su vida aunque lo hayan conocido un par de horas atrás digamos en un baile de la arrodadora... Qué asco.
Si uno llegara desde un principio diciendo quizás algo como "¿sabes qué? La neta estás buenísima y no tengo intenciones de ser tu novio mucho menos el padre de tus hijos, pero la neta cojo bien rico y por ser la primera vez, yo pago el hotel ¿qué dices?" O supongamos que la rebelde le dice a un señorito "No mames wey, la neta no creo que la tengas tan grande y bailas de la verch, aparte no me voy a reír de tus chistes para quedar bien, pero ahorita ando ganosa y no hay nadie cerca más que tú ¿Te animas?"
¿A poco no sería mejor evitar tantas pinches reglas de etiqueta al menos para mostrarnos a la gente tal como somos? ¿Acaso soy el único que se caga en el manual de Carreño? ¿Por qué hacerle caso a las reglas de un cabrón que se murió en el Siglo XVIII? En fin, no estoy diciendo que nos quitemos los zapatos y subamos los pies a la mesa del vecino que nos invitó a comer. No señor, eso es asqueroso. Sólo digo que el mundo merece conocernos tal y como somos, que si nos gusta expulsar las flemas en la calle, se lo advirtamos a nuestra prospecta antes de que ella se entere el día que presencie ese viscoso ritual con sus propios ojos, sí, esos ojos que gustan de ver películas pornográficas en lugar de las que la obligamos a ver pensando que es "fans" de Johnny Depp. Es decir, si desde un principio hablamos de las cosas malas o poco usuales en nuestra vida y comportamiento, nuestra pareja sabría desde un principio en qué momento evitarlos o pedirnos, ahora sí, de la manera más correcta y amable que no hagamos tal o cual cosa frente a ellas.
¿Para qué fingir que nos gustan las camisas poco masculinas que nos regalan? Si desde un principio dijéramos que por ejemplo nos caga que nos regalen ropa, miles de niñas en este país o en el mundo entero sabrían que los hombres no somos la versión tamaño real de esos monitos recortables cuya ropa por cierto también recortable, parece diseñada por la jitomata y la perejila. El cólon de millones de hombres gozaría de excelente salud al no tener que avisar que vamos a salir un momento a tirarnos unos cuantos gases y no a llamar por celular a otra mujer. Señoras y señoritas, no saben el martirio que implica tragarse un impulso fisiológico por la trastienda. El parto es un picnic en el parque comparado con tal proeza.
Cabe mencionar que tuve un buen inicio en esto de las confesiones hace unas noches platicando con la Señorita Pelo. Pero eso, como dije, es sólo el principio.
Si todos nos quitáramos la máscara a la hora de las presentaciones, si fuésemos sinceros antes de dar el siguiente paso, sacrificando unos pocos éxitos en pro de una mejor relación. Neta que el mundo se vería muy diferente.
Y si todo lo anterior no te convence, déjame decirte una última cosa:
"Si conozco tu peor cara en la primera impresión, cuando me muestres la mejor el gusto será doble".
Me largo.
Supongamos que cierta persona, hombre o mujer, anda en busca de su media naranja. Qué bonito, sale a fiestas, se ofrece para ir al super, sube sus fotos más sepsis al metroflog, fotolog y demás "ogs". En fin, que da inicio a una campaña proselitista que ya quisieran los partidos políticos para recuperar su credibilidad. Se descuelga por todos los lugares donde transiten posibles presas, digo prospectos.
Y bueno, ya sabemos lo que suelen poner para describir sus fotos: que son alegres, buena onda, romántic@s, sincer@s y demás cualidades que casi casi parecen haberles insertado genéticamente como parte de un experimento militar para crear a la pareja perfecta.
Pero yo me pregunto:
¿Y en qué momento empiezan a hablar de sus defectos?
Obvia y comúnmente nadie pone en su anuncio o página personal que no se corta las uñas de los pies, que deja los calzones en la llave de la regadera, que come con la boca abierta, que le cagan los niños, que aunque sólo unos pocos lo admiten, la mayoría busca sexo aunque para eso tengan que hablarle de amor a medio ciber mundo. Y pues uno entiende que en pro del buen progreso de una relación en potencia se quiere mostrar la mejor cara, la mejor actitud y las mejores costumbres. Se beben la sopa en silencio pero por dentro se mueren por aventar a la chingada la cuchara y empinarse el plato al más puro y refinado estilo pozolero. O a ver, díganme que me equivoco si no han conocido a alguien (o ustedes mismos incluso) que haya reprimido su deseo de tirarse un monumental, sabroso y liberador pedo en la sala de una casa ajena. Hay quienes hacen de las flatulencias su sello distintivo, su modo de hacerse notar y aún así prefieren un ataque de cólicos de dos horas antes que perder el control de la situación mientras dice "Señor, con todo el respeto que usted me merece, quisiera pedirle permiso de invitar a salir a su hija" ¿Notan ustedes el mensaje entre líneas? "Me quiero coger a su hija pero antes quiero asegurarme de que no la va a hacer de pedo porque antes le pedí permiso".
Aquí es donde surge la segunda pregunta:
¿No sería mejor llevarse una mala primer impresión de la gente que conocemos?
Ok, ya sé que suena muy extremista pero hay que pensar en todos los hipócritas, pervertidos, violadores, psicópatas, celosos enfermizos, manipuladores, gays en busca de recuperar su hombría o incluso fresones hijitos de mami que buscan acostarse con el mayor número posible de mujeres porque pueden hacerlo. No por nada se inventó el dicho "Caras vemos, perversiones no sabemos".
Hace unos días La Rebelde me comentaba (¿Pensaban que no existía de verdad? ¡Sorpresa!) de cierto tipo que se le acercó a ella con la "sana intención de trabar amistad". Y aunque por todos los poros le destilaban las ganas de tirársela, le lanzó el rollo del hombre de buenos sentimientos sin una pizca de malicia y que sólo se conformaba con un besito porque eso era algo súper dúper lindísimo, no así en el caso del mundano y asqueroso sexo sin compromiso.
Naturalmente a ella le caga la gente así, pero hay quienes piden a gritos que les mientan con tal de sentir la satisfacción de que en realidad se las están aflojando al hombre de su vida aunque lo hayan conocido un par de horas atrás digamos en un baile de la arrodadora... Qué asco.
Si uno llegara desde un principio diciendo quizás algo como "¿sabes qué? La neta estás buenísima y no tengo intenciones de ser tu novio mucho menos el padre de tus hijos, pero la neta cojo bien rico y por ser la primera vez, yo pago el hotel ¿qué dices?" O supongamos que la rebelde le dice a un señorito "No mames wey, la neta no creo que la tengas tan grande y bailas de la verch, aparte no me voy a reír de tus chistes para quedar bien, pero ahorita ando ganosa y no hay nadie cerca más que tú ¿Te animas?"
¿A poco no sería mejor evitar tantas pinches reglas de etiqueta al menos para mostrarnos a la gente tal como somos? ¿Acaso soy el único que se caga en el manual de Carreño? ¿Por qué hacerle caso a las reglas de un cabrón que se murió en el Siglo XVIII? En fin, no estoy diciendo que nos quitemos los zapatos y subamos los pies a la mesa del vecino que nos invitó a comer. No señor, eso es asqueroso. Sólo digo que el mundo merece conocernos tal y como somos, que si nos gusta expulsar las flemas en la calle, se lo advirtamos a nuestra prospecta antes de que ella se entere el día que presencie ese viscoso ritual con sus propios ojos, sí, esos ojos que gustan de ver películas pornográficas en lugar de las que la obligamos a ver pensando que es "fans" de Johnny Depp. Es decir, si desde un principio hablamos de las cosas malas o poco usuales en nuestra vida y comportamiento, nuestra pareja sabría desde un principio en qué momento evitarlos o pedirnos, ahora sí, de la manera más correcta y amable que no hagamos tal o cual cosa frente a ellas.
¿Para qué fingir que nos gustan las camisas poco masculinas que nos regalan? Si desde un principio dijéramos que por ejemplo nos caga que nos regalen ropa, miles de niñas en este país o en el mundo entero sabrían que los hombres no somos la versión tamaño real de esos monitos recortables cuya ropa por cierto también recortable, parece diseñada por la jitomata y la perejila. El cólon de millones de hombres gozaría de excelente salud al no tener que avisar que vamos a salir un momento a tirarnos unos cuantos gases y no a llamar por celular a otra mujer. Señoras y señoritas, no saben el martirio que implica tragarse un impulso fisiológico por la trastienda. El parto es un picnic en el parque comparado con tal proeza.
Cabe mencionar que tuve un buen inicio en esto de las confesiones hace unas noches platicando con la Señorita Pelo. Pero eso, como dije, es sólo el principio.
Si todos nos quitáramos la máscara a la hora de las presentaciones, si fuésemos sinceros antes de dar el siguiente paso, sacrificando unos pocos éxitos en pro de una mejor relación. Neta que el mundo se vería muy diferente.
Y si todo lo anterior no te convence, déjame decirte una última cosa:
"Si conozco tu peor cara en la primera impresión, cuando me muestres la mejor el gusto será doble".
Me largo.
viernes, 13 de marzo de 2009
Sonríe, el día está de la ve#$%&%
En serio, a veces cuando tu día pinta para una excelente jornada de trabajo (cosa rara), siempre hay alguien dispuesto a cagarla y agüitarte.
Pero hay días, como hoy, en que no es así... Es peor. Te levantas bien chingón. Tarde pero chingón. Te bañas con agua helada porque no hubo tiempo de calentarla, te tomas un café instantáneo, te llevas el mp3 con la batería bien cargada, lo pones en reproducción aleatoria y durante los casi 60 minutos de trayecto te van tocando puras rolas chingonas o al menos de tu agrado.
Pero unos minutos antes de llegar al trabajo te das cuenta de que a alguien no sólo se le ocurrió cagarla. La cagó, la pisó, la embarró y para acabarla de chingar, te salpicó.
Puta madre, odio los días malos...
Pero ¡¡¡Reputísima madre!!! ¡¡¡Odio los viernes malos!!!
No entraré en detalles...
Pero hay días, como hoy, en que no es así... Es peor. Te levantas bien chingón. Tarde pero chingón. Te bañas con agua helada porque no hubo tiempo de calentarla, te tomas un café instantáneo, te llevas el mp3 con la batería bien cargada, lo pones en reproducción aleatoria y durante los casi 60 minutos de trayecto te van tocando puras rolas chingonas o al menos de tu agrado.
Pero unos minutos antes de llegar al trabajo te das cuenta de que a alguien no sólo se le ocurrió cagarla. La cagó, la pisó, la embarró y para acabarla de chingar, te salpicó.
Puta madre, odio los días malos...
Pero ¡¡¡Reputísima madre!!! ¡¡¡Odio los viernes malos!!!
No entraré en detalles...
martes, 3 de marzo de 2009
ESPECIAL DE LACRIMOSA
domingo, 1 de marzo de 2009
Hombres-Bestia, Niña-Ángel (otro fragmento de Alba)
De noche la casa parecía más grande. Faltaba algo. Alba no lo había notado hasta ahora. Puso los brazos como almohada y se dedicó a ver las vigas del techo. Con la luz encendida las guaridas de termita desplegaban sombras alargadas. Ovaladas. Cóncavas. Capaces de guardar en sus entrañas el poco sueño que rondaba las cuatro paredes de su habitación. Una ligera irritación en los ojos anunciaba el paso de las horas sin desvanecerse en el único mundo donde se sentía a salvo.
Decidió rememorar las cosas interesantes que le habían sucedido los últimos seis días. Por su mente transitaron imágenes en retroceso como solía verse en la videocasetera de Don Saúl. Rápidamente se situó en la mañana del domingo. Tras conocer a Miguel, había intentado continuar con su reciente modo de subsistir. Pero curiosa por naturaleza, no pudo hacer otra cosa que no fuera averiguar más de aquél solitario y extraño individuo. Pronto se dió cuenta que no era tan extraño ni tan solitario. Pero en su vida jamás había visto a un dúo tan dispar, tan diferente. Tan opuesto como el día y la noche.
A su cabeza llegó la imagen de los ojos negros y melancólicos de su nuevo amigo. Negros tornasol, cuyas pupilas parecían encerrar secretos milenarios de existencia cruel y nostalgia por la felicidad perdida. Casi enseguida fueron reemplazados por el frío acero azulado de los ojos de Julien. Siempre taciturno y malhumorado. Como si el mundo le debiera demasiado. Su piel del color de la arena blanca del río, tan distinta al bronce de la de Miguel resplandecía aún de noche con la ayuda de la luna. Las imágenes empezaron a amontonarse formando un collage de recuerdos. Las largas matas negras de uno. El cabello recortado y dorado como campo de trigo del otro. Los modales refinados del francés. La salvaje e instintiva conducta del viejo revolucionario. Por encima de todo, la calidez de la sonrisa de Miguel y el rictus severo y autoritario de Julien. Sus figuras inquietantes recortadas entre las nubes plateadas de una noche con luna llena.
Una mosca solitaria comenzó a danzar frente a la luz del foco. Sus movimientos aéreos le recordaron que apenas 24 horas atrás ella también había emprendido el vuelo en lomos de su amigo. Su amigo a veces de cuatro patas, a veces con un par de alas negras.
Justo antes de entregarse al sueño, recordó qué era lo que faltaba en la casa. Ya no la llenaban los ronquidos de su abuela. Se habían apagado para no escucharse más.
Decidió rememorar las cosas interesantes que le habían sucedido los últimos seis días. Por su mente transitaron imágenes en retroceso como solía verse en la videocasetera de Don Saúl. Rápidamente se situó en la mañana del domingo. Tras conocer a Miguel, había intentado continuar con su reciente modo de subsistir. Pero curiosa por naturaleza, no pudo hacer otra cosa que no fuera averiguar más de aquél solitario y extraño individuo. Pronto se dió cuenta que no era tan extraño ni tan solitario. Pero en su vida jamás había visto a un dúo tan dispar, tan diferente. Tan opuesto como el día y la noche.
A su cabeza llegó la imagen de los ojos negros y melancólicos de su nuevo amigo. Negros tornasol, cuyas pupilas parecían encerrar secretos milenarios de existencia cruel y nostalgia por la felicidad perdida. Casi enseguida fueron reemplazados por el frío acero azulado de los ojos de Julien. Siempre taciturno y malhumorado. Como si el mundo le debiera demasiado. Su piel del color de la arena blanca del río, tan distinta al bronce de la de Miguel resplandecía aún de noche con la ayuda de la luna. Las imágenes empezaron a amontonarse formando un collage de recuerdos. Las largas matas negras de uno. El cabello recortado y dorado como campo de trigo del otro. Los modales refinados del francés. La salvaje e instintiva conducta del viejo revolucionario. Por encima de todo, la calidez de la sonrisa de Miguel y el rictus severo y autoritario de Julien. Sus figuras inquietantes recortadas entre las nubes plateadas de una noche con luna llena.
Una mosca solitaria comenzó a danzar frente a la luz del foco. Sus movimientos aéreos le recordaron que apenas 24 horas atrás ella también había emprendido el vuelo en lomos de su amigo. Su amigo a veces de cuatro patas, a veces con un par de alas negras.
Justo antes de entregarse al sueño, recordó qué era lo que faltaba en la casa. Ya no la llenaban los ronquidos de su abuela. Se habían apagado para no escucharse más.
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